La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune, inflamatoria y neurodegenerativa del Sistema Nervioso Central (SNC) caracterizado por la formación de placas desmielinizantes.
Las manifestaciones clínicas de EM son heterogéneas, van desde la pérdida de la función motora y sensitiva hasta los trastornos psiquiátricos y el deterioro cognitivo (DC). Los primeros síntomas suelen aparecer entre los 20-40 años, por eso es considerada una de las principales causas de discapacidad en el adulto joven. El diagnóstico de EM se basa en los hallazgos de las lesiones en las imágenes por resonancia magnética (RM)
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Desde un punto de vista neuropsicológico, las alteraciones cerebrales asociadas a la EM pueden ocasionar cambios del comportamiento. Las conductas desinhibidas, la falta de iniciativa o la apatía, así como algunos cambios de personalidad pueden aparecer en estos pacientes. Además, sobre todo al inicio de la enfermedad, es frecuente manifestar sintomatología ansioso-depresivo reactiva al diagnóstico de la enfermedad.
Por otro lado, el deterioro cognitivo asociado a la EM que está presente en un 40 a 65% de los pacientes, interfiere en la realización de algunas Actividades de la Vida Diaria (AVD). Las alteraciones cognitivas principales suelen estar relacionadas con déficits de la velocidad de procesamiento de información, las capacidades atencionales, la memoria visual y verbal, la fluencia verbal y las funciones ejecutivas. Para detectar de manera precoz estas dificultades, es indispensable realizar un estudio neuropsicológico completo y establecer un programa de rehabilitación neuropsicológica.
FUNCIONES COGNITIVAS ALTERADAS EN LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE:
La atención y la velocidad de procesamiento de información:
Se ven afectadas en un 20 a un 25% de pacientes y se encuentran alteradas desde el inicio de la enfermedad. Los pacientes presentan dificultades para concentrarse, realizar dos tareas al mismo tiempo y mantener la atención durante un periodo relativamente largo de tiempo, así como realizar tareas que requieren rapidez. En la vida diaria, puede ser difícil seguir el hilo de una lectura o una película, así como procesar la información que acaban de ver cuando la actividad ya ha cambiado.
Memoria:
Están alteradas en un 40 a 65% de pacientes. El principal déficit se observa en la codificación y el aprendizaje de nueva información, requiriendo de un mayor número de ensayos o repeticiones para aprender. Suelen manifestarse como dificultades para recordar un programa de televisión, una conversación, un libro, o un acontecimiento reciente, etc.
Funciones ejecutivas:
Se ven afectadas en un 15 a 20% de pacientes. Su afectación se manifiesta en tareas que requieran razonamiento abstracto, solución de problemas, flexibilidad de pensamiento, planificación o memoria de trabajo. En las AVD, los pacientes pueden presentar problemas cuando necesitan planificar detalles de un viaje, gestionar recursos, llevar una agenda, controlar gastos, preparar una cena, anticipar acontecimientos o cambiar estrategias para dar soluciones. También pueden ser evidentes las dificultades para seguir una conversación debido a los problemas que presentan para mantener y procesar el flujo de información.
Funciones visuoespaciales:
Se ven afectadas en un 10 a 20% de los pacientes. Pueden manifestar dificultades para reconocer objetos o caras, para realizar tareas de relación e integración visual, procesar formas, así como en dificultades para la percepción de la profundidad, pudiendo ocasionar problemas para conducir debido a la alteración en la percepción de distancias.
Lenguaje:
Están alterados en un 20 a un 25% de los pacientes. La principal dificultad se observa en la fluencia verbal, que también está relacionada con la afectación de la memoria de evocación, de las funciones ejecutivas y de la velocidad de procesamiento de información, lo que impide que en ocasiones el paciente tenga un lenguaje fluido.